El final de la Primera Guerra Mundial había traído como consecuencia el endeudamiento de los países europeos fruto y la sustitución de Gran Bretaña por Estados Unidos como primera potencia económica y financiera mundial. Los antiguos países contendientes estaban endeudados con estados Unidos y Alemania tenía que hacer frente a la reconstrucción de su maltrecha economía a la vez que al pago de una gravosas indemnizaciones de guerra que la empobrecían aún más.
La destrucción de infraestructuras e industrias, el agotamiento de las reservas de oro y las fuertes deudas a pagar provocaron una devaluación monetaria y una hiperinflación que alcanzó niveles nunca vistos en Alemania; donde, a las circunstancias anteriormente descritas, había que sumarle el pago de enormes compensaciones de guerra que imposibilitaban la recuperación de su economía
Niños jugando con billetes
Usar los billetes como combustible era más barato que comprar carbón.
Frente a esta situación, Estados Unidos vio como salía reforzada de la I Guerra Mundial convirtiéndose en el principal acreedor de las economía occidentales. Sin embargo, la prosperidad americana escondía serias amenazas como la crisis agrícola o el crecimiento de la producción a un ritmo superior al de la demanda originando problemas de sobreproducción, deflación y reducción de los beneficios.
Sin embargo, la prosperidad pronto daría paso a una crisis de enormes magnitudes. Los beneficios cada vez menores de la industria provocaron los los capitales se desviaran a la inversión bursatil. La subida del precios de las acciones provocaron una demanda masiva de dichas acciones en busca de unos beneficios rápidos y que parecían asegurados. Dicha fiebre bursatil se apoderó de una gran parte d ela población, mucha de las cuales se endeudaron solicitando créditos a los bancos, ofreciendo dichos títulos como única garantía de devolución. Esa demanda generó un aumento del precio de las acciones y de los beneficios provocando una "burbuja especulativa" que explotó en octubre de 1929. La reducción de las espectactivas de beneficio provocaron una salida cada vez mayor de títulos hasta que el pánico se apoderó de los accionistas que, temerosos de perder sus ingresos, sacaron de manera masiva a venta sus acciones. El jueves 24 de octubre salieron millones de acciones a Bolsa que provocaron un desplome de los precios. El miedo se generalizó y el martes 29 de nuevo salieron a la venta millones de acciones que no encontraron compradores.
A continuación puedes ver un gráfico que muestra la evolución del valor de las acciones (Dow Jones)
